Infidelidades, muertes espantosas, historias de amor y de desamor… los libros parroquiales hablan de la vida de nuestros antepasados y, aunque para ello utilicen normalmente un lenguaje escueto que no da lugar a la imaginación, en ocasiones las historias que narran son tan intrincadas que no les queda más remedio que contárnoslas con todo lujo de detalles. Hoy os traigo tres curiosidades del siglo XVIII ocurridas en el oriente asturiano: un aborto natural, un desaparecido y una hija ilegítima…
El bautismo de una nuez (Llastres, 1749)
Cosa extrañísima la que ocurrió en el puerto marinero de Llastres el 19 de agosto de 1749. Comenzó la mujer de Joseph Ruiz Valdés a sentir dolores como de parto a pesar de haber acabado de pasar su regla mensual y, al cabo de un tiempo, efectivamente parió algo que distaba mucho de ser un niño: una masa de carne del tamaño de una nuez en la que el padre de la criatura, quizás en un leve atisbo de esperanza de haber engendrado un ser humano y no un monstruo, vio leves movimientos. Joseph Montes, vecino de la pareja, se apresuró a bautizar de socorro al extraño elemento de la naturaleza, que murió o así lo creyeron al rato. Francisco del Camino, el cura del lugar, no salía de su asombro cuando se lo llevaron a enterrar: hubo -y esto aporta a la historia una sordidez aún mayor si cabe- que meter a la cosa en agua para averiguar que era efectivamente un feto humano abortado de forma natural, aunque con ciertas características curiosas: el párroco asegura que vio, o creyó ver, dos narices en la cabecita del «niño». Fue enterrado a la entrada de la capilla de San José.
Lastres y Agosto diez y nueve de mill setezientos quarenta y nueve ante Don Joseph Ruiz Valdés Vecino de dicho Puerto trajo a mi casa y vista un globo al parezer carne, tomo de una chica nuez; que dijo acababa de arrojar su muger con anteriores dolores; y aunque se reglaba en presumpzión encinta de dos a tres meses; y reconocido algún leve movimiento baptizara de socorro al instante Joseph Montes su vecino que se halló presente. Embuelto en un poco de lienzo, y manifestado, heché en una escudilla de agua, donde se esponjó y reconozió ser un Varon humano en caveza, ojos, voca y dos narizes, pies, manos y naturaleza; y por la duda del baptismo mande a mi Theniente sepultarlo en finenti, como lo hizo, con bendiziones de sepultura de parbulos en el Portico de la capilla de San Joseph mas cercana, ni dentro ni fuera del Sagrado; y en el propio lienzo; de que yo el infraescripto cura de dicho Puerto doy fé. Francisco del Camino.
Un desaparecido (Sorribes, 1760)
No sabemos por qué desapareció, pero sí que lo hizo mucho antes de 1760. Al acabar ese año, la familia de Pedro Ferrao, desconsolada ante la perspectiva de que el hombre anduviera vagando por el limbo por morirse sin funerar, ordenó celebrar los funerales del desaparecido y, por si acaso, también el cabo de año. Ocurrió en Sorribes (Piloña), de donde era natural el posible difunto, concretamente del barrio de La Goleta.
Pedro Ferrao, ausente de mucho tiempo a esta parte sin saver su paradero. En día doce de diciembre de mil setezientos sesenta años se hicieron en esta Iglesia los funerales y cavo de año por el anima de Pedro Ferrao Vezino de La Golta, siendo ausente de muchos años, y no se save su paradero, y para que conste lo firmo dicho día mes y año. Francisco Antonio de Estrada.
Sorpresa de fin de año (Sorribes, 1777)
Esperó hasta morirse, pero cuando lo hizo, en 1777, Antonio de Oviedo dejó planchada a su familia oficial con una sorpresita: al abrirse su testamento, resultó que el suegro de Don Rodrigo de Llano Ponte, de poderosísima familia y que ya yacía enterrado en la capilla del palacio de Cutre, había dejado por escrito haber tenido una hija de soltero, a la que deseaba reconocer y dejarle una herencia de doscientos ducados.
El día último de diciembre del año de mil setecientos setenta y siete falleció Don Antonio de Oviedo en la Villa del Ynfiesto, en donde hizo testamento, y recivió los Santos Sacramentos. Mandó que le enterrasen en la su capilla de Cutre donde se sepultó el día primero de henero de mil setecientos setenta y ocho y se le hicieron los Oficios devidos estava viudo de Doña Antonia de la Buelga dexo una hixa lexitima que esta casada con Don Rodrigo de Llano Ponte; tuvo otra hija antes de casarse en una moza soltera que dexó reconocida por tal hixa, que se llama Ynés; no dexó obra pía y para que conste lo firmo dicho día, mes y año. Francisco Antonio de Estrada.
En el testamento de este Cavallero ay una Clausula que dice= a mi hija Doña Ynés mando se le den doscientos ducados para que la reconozcan.
bla