Tristezas traigo. Tres casos de expósitas en el Borines del siglo XIX, de diversas suertes: la una pobremente vestida, la otra con lo que pudieron, y la tercera desnuda… en pleno noviembre. Todas bautizadas por el párroco de la época, Francisco Antuña.

El día primero de junio de mil ochocientos veinte y dos, se presentó en est iglesia de San Martín de Borines, a las diez y media de la mañana, José Véjar, vecino de Cadanes de esta parroquia, con una niña para bautizarla, la que halló dicho José en el soportal de su casa al amanecer de dicho sía, sin saber quién la había puesto allí ni quienes fuesen sus padres; parecía ser nacida de la misma noche o de poco más tiempo; no traía cédula de estar bautizada. Estaba vestida con dos mantillas muy ruinas, una negra, de estremeña, otra de lienzo pintado y serga; un pobre pañal de estopa, una cinta ensartada en paño, y una cofia amantillada con guarnición de tupido. Bauticéla solemnemente sub conditione el mismo día y hora, púsele por nombre María Ignacia. Hizo de padrino el referido José Véjar y de madrina Francisca Solares, de la misma vecindad, y se encomendó a esta la lactancia de la niña mientras se le proveía por otro arbitrio. La madrina no tocó y advertí al padrino lo necesario. Por verdad lo fiemo como cura de esta parroquia, dicho día.

En la iglesia parroquial de San Martín de Borines, a quince de enero de mil ochocientos veinte y tres, bauticé solemnemente bajo de condición, una niña que se llamó Teresa. Trájola a la iglesia Bernarda Alonso, casada con Francisco Alonso, mis feligreses, vecinos de la casa del Mosquil, perteneciente al lugar de Viyao. Dixo que la  había hallado en la mañana de dicho día en el establo de su casa, sin saber quién la había puesto allí. No traía cédula, ni señal de estar bautizada. Estaba muy pobremente vestida y parecía haber nacido en la misma noche o día anterior, un poco de manta era su abrigo exterior, y un pañal de lino viejo y grosero el interior, y fajada con una cuerda. Hizo de padrino Francisco Suárez, vecino de Sieres en esta parroquia, y encargado de sus obligaciones y parentesco. Advertí a la Bernarda a conductora de la niña, que la llevase al celador de Viyao para que la proveyese nodriza mientras se disponía lo más conveniente a su crianza. Por verdad lo firmo como cura de dicha parroquia.

En la iglesia parroquial de San Martín de Borines, a catorce días del mes de noviembre de mil ochocientos veinte y nueve, yo, el infrascripto cura de ella, bauticé solemnemente, bajo condición, una niña que ante mi presentó para tal efecto María Alonso, vecina del lugar de Moñío en esta parroquia, casada con Manuel Sanfeliz, y dixo la había hallado en la misma mañana, desnuda, en el pórtico de la ermita de San Antonio, del mismo lugar. Púsele el nombre de María, haciendo de padrinos Manuel Pontón, a quien advertí lo necesario, y la misma María que la trajo a la iglesia, la cual no contrajo. Por verdad lo firmo; el padrino también es mi feligrés.