En los últimos años, el estudio de la Historia Familiar, antes prácticamente restringido a las clases sociales más altas (los miembros de la nobleza, para justificar su pertenencia a la misma, hicieron uso durante siglos de la genealogía y la heráldica, no siempre con bases ni científicas ni tan siquiera verídicas), ha ido acercándose al grueso de la población. Cada vez más personas son conscientes de tener, y  querer, el derecho de conocer más sobre sus propia historia familiar, y las fuentes documentales cada vez se “democratizan” más gracias, en gran parte, a Internet. En definitiva, la genealogía se está convirtiendo en lo que nunca debió dejar de ser: una ciencia social, humana, histórica, para que todos y cada uno de quienes se interesan por ella puedan saber dónde se hunden sus raíces.

Sin embargo, muchas veces abordar la genealogía de uno mismo no tiene unos comienzos sencillos. Parece imposible acceder a los datos que nos hacen falta para arrancar. Los abandonos del estudio genealógico son muchos y muy estrepitosos en esta fase inicial. Mi consejo es, sin duda, que quien estudia por primera vez su Historia Familiar no se desanime tan pronto: la genealogía lleva muchos esfuerzos, pero también muchas satisfacciones una vez se ha encontrado el camino a seguir. He aquí unos breves consejos para comenzar, circunscritos especialmente al ámbito español en general y asturiano en concreto, pero que sirven también para la investigación en cualquier sitio del mundo.

1. Obteniendo testimonios orales

2. El registro civil

3. Los registros parroquiales